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Los aportes y los límites de la ciencia a la hora del Covid-19

Por Fabien Bourlon, Investigador Residente del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia.

Con la pandemia la opinión científica se ha vuelto fundamental, dominante y, a veces, criticada y alterada. Para muchos todas las esperanzas están puestas en “soluciones científicas” a la crisis del coronavirus, llamado ahora , enfermedad que se produce por el virus SARS- CoV-2 y sucesor del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) en 2003 o la gripe pandémica H1N1 en 2009.

Hoy observamos la creación de múltiples comités científicos, expertos en salud, y biología en particular, por parte de casi todos los gobiernos. En Francia, España, Italia, Estados Unidos y Chile la ciencia parece haberse tomado el poder. Influenciando significativamente a los políticos en sus tomas decisiones.

A la hora de una grave crisis mundial, parece lógico y necesario poner a los mejores científicos a estudiar sus causas, los procesos asociados, sus posibles evoluciones y buscar soluciones. Es así, como la ciencia se ha visto envuelta en debates y se le ha criticado su supuesta falta de claridad o efectividad. Algunos declaran que se estaría inventando la pandemia, otros culpando a los científicos de no reaccionar frente a lo que sería un complot mundial, o esperando opiniones más tajantes. Frente a estas graves dudas cabe aclarar la situación en base a hechos científicos.

¿Cuáles son las evidencias científicas? ¿Es el COVID-19 tan grave? ¿O es su mortalidad inferior a una gripe estacional ?

Según la Organización Mundial de la Salud la tasa de mortalidad, es hoy, 10 veces superior a la de la gripe H1N1 de 2009. Esta habría causado 18.500 muertos (sitio: https://www.who.int/es/ revisado el 15 de abril 2020). Si bien es cierto que es una enfermedad entre muchas, en Canadá las estadísticas indican que de no implementar ninguna medida de confinamiento el número de muertos por COVID-19 podría alcanzar 111.180, superando todas las otras enfermedades como causa de muerte en 2020. En ese país, con la actual intervención, el número de muertes podría alcanzar a 9.265, es decir, por debajo del cáncer (79.536), de enfermedades al corazón (53.134), accidentes y suicidios (17.474), enfermedades crónicas y respiratorias (12.998), pero supera las muertes por gripes y neumopatías (8.511) (Cifras de 2018 entregadas por el servicio de estadísticas de Canadá, en Statistiques Canada, 2020). En Francia hay un aumento de 10% de decesos en los hospitales de París entre marzo 2019 (52.011) y marzo 2020 (57.441). Este incremento pasa a 128% en el epicentro de la pandemia, en el Haut Rhin, región de Alsacia, (cifras del Servicio de Estadísticas de Francia INSEE, 2020). Por lo contrario, los datos entregados por China pueden estar subestimados según científicos, quienes están trabajando para recabar antecedentes para saber cuál es la real magnitud.

Es efectivamente la actual pandemia mayor a las de 2003 o 2009. ¿Cuál es la razón? El virus es altamente contagioso y la posibilidad de su traspaso aumentó debido a una mayor circulación de las personas por el mundo en los últimos 15 años. Por otra parte en sus inicios no se dimensionó la gravedad de la situación, primero en China, en octubre pasado, y luego en otros países como Italia, España y EEUU que no impusieron tempranamente medidas de prevención.

El Rol de la Ciencia

Muchos dudan de las decisiones gubernamentales, como el confinamiento, medidas que han sido avaladas por los expertos. El hecho es que la ciencia no puede explicar todas las causas y consecuencias de un evento tan grave, mucho menos predecir el futuro o proponer soluciones rápidas. La ciencia es un método de análisis racional que busca generar insumos para apoyar la toma de decisiones. La ciencia no propone verdades en las cuales creer ciegamente, entrega hechos que nos deben ayudar a pensar los procesos y evaluar sus consecuencias. Las explicaciones se basan en la información disponible, un lugar de estudio, un contexto específico y métodos validados entre pares. Además, todo resultado debe poder ser replicado y ponerse a prueba. Es así como muchos científicos no están de acuerdo entre sí, por diferencias en cuanto a métodos usados o la calidad de una demostración. Así ha ocurrido, por ejemplo, con el tratamiento propuesto por el profesor Didier Raúl, en base al “hidroxychloroquina”. Él propone una solución aparentemente obvia y económica para curar esta enfermedad, sin embargo, es rechazada por otros científicos y la mayoría de los gobiernos por carencias en sus ensayos clínicos. Frente a estas diferencias surgen nuevas teorías y cuestionamientos como “no se quiere aplicar el tratamiento porque hay intereses económicos creados por parte de los grandes laboratorios farmacéuticos”, cuando en realidad hay efectos segundarios graves para ciertos pacientes, los que ya han sido constatados, y para la mayoría de los científicos no ha habido resultados claros en los ensayos en laboratorios para recomendar este tratamiento al Covid 19.

La ciencia informa, los políticos opinan y proponen y la comunidad apoya o se opone a las opciones. Cada persona tiene un punto de vista y discurso arraigado en su educación, raíces culturales y visiones del mundo, y cada cual ocupa argumentos para convencer a otros de la validez de su planteamiento. Por su parte los científicos, quienes son parte de la sociedad, buscan entregar antecedentes, no imponerlos. Las ciencias entregan elementos para evaluar y entender una situación, y para ayudar a tomar decisiones. Rechazar a la ciencia porque no nos aporta soluciones fáciles o no considera los aspectos económicos y sociales que nos son importantes, es un error tan grande como pensar que sólo con las ciencias solucionamos una crisis tan grave. Como lo declara el científico Laurent-Henri Vignaud, especialista en historia de las ciencias y las crisis sanitarias: “controlar una epidemia es un tema político”. No es solo un tema de científicos, expertos y médicos.

En definitiva, debemos fomentar los procesos ciudadanos y políticos para que se informe racionalmente y que las ciencias ayuden a tomar decisiones democráticas y colectivas fundamentadas. El incremento, la diversificación de los soportes y fuentes de informaciones nos han llevado a la actual “sociedad de la información y del conocimiento” (Tremblay, 2016), la cual nos tiene saturada de noticias. Debemos enfrentar esta complejidad y, como lo declaran los sociólogos Callon, Lascoumes y Barthe (2001), aprender a “actuar en un mundo incierto”, mediante los estudios y la transmisión de conocimientos. Debemos aprender a diferenciar opiniones de hechos y no caer en dudas fundadas en el miedo más que la razón.

Tremblay, G. (2016). Vers des sociétés du savoir: un projet social. Les Enjeux de l’information et de la communication, (2), 239-249.

Callon, M., Lascoumes, P., & Barthe, Y. (2001). Agir dans un monde incertain: essai sur la démocratie technique. Seuil.

Halpern, C., Lascoumes, P., & Le Galès, P. (2014). L’instrumentation de l’action publique: controverses, résistances, effets. Presses de Sciences Po.

Statistique Canada (2020). Estadisticas al 16 de abril 2020. Tableau 13-10-0394-01 Les principales causes de décès, population totale, selon le groupe d’âge DOI: https://doi.org/10.25318/1310039401-fra

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