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COLUMNA DE OPINIÓN Olas de Calor en la Patagonia.

Una ola de calor corresponde a la persistencia de condiciones de temperatura extrema, es decir, su prolongación temporal, da paso a olas de calor. Hay diversas definiciones de este tipo de eventos, cada una de ellas enfocada a los impactos que se quiera analizar. En términos climáticos, la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) establece valores críticos a nivel mensual, o umbrales de temperatura máxima para ciertas localidades que cuentan con estaciones meteorológicas. Si estos valores son sobrepasados durante 3 días consecutivos, se presencia una ola de calor; si el evento se extiende por al menos 5 días, éste corresponde a una ola de calor extrema.

Las condiciones de calor están asociadas a una alta presión sobre la región, que llamamos anticiclón. Este anticiclón determina la circulación de la atmósfera sobre la Patagonia, es decir, la forma en que soplan los vientos. En verano, los vientos oestes “ventilan” el continente, llevando aire relativamente frío desde el Pacífico a un continente comparativamente más cálido. El anticiclón desvía los vientos oestes hacia el sur  y con ellos cambia la trayectoria de las tormentas, llevando la nubosidad hacia el sur. Por consiguiente, la ventilación del continente es menor bajo la presencia del anticiclón, lo que resulta en un calentamiento neto de la Patagonia y si éstas persisten, en una ola de calor. Otro factor fundamental es la insolación solar (un ingrediente relativamente poco frecuente en Patagonia), que se intensifica como producto de los cielos mayoritariamente despejados. En general una ola de calor no ocurre de forma instantánea sobre la Patagonia; estos eventos tienden a suceder de forma gradual. El aumento de la temperatura comienza en el oeste de la región,  luego la zona relativamente cálida se expande y avanza hacia el este, por razón normalmente se observan olas de calor en la parte chilena y luego en la argentina.

    La frecuencia de estos episodios depende de la definición de estos eventos. Respecto al enfoque de nuestra investigación en la U. de Concepción, las observaciones nos muestran que dentro de cada verano ocurren entre una y dos olas de calor y que durante el siglo XX no hubo una tendencia clara hacia una mayor frecuencia de éstas. Esto, sin embargo, no implica necesariamente que el cambio climático no juegue un papel en el desarrollo de las olas de calor, tema aún  de estudio para la climatología. Dentro de los principales efectos ambientales conocidos, nuestra investigación muestra que las olas de calor tienen una relación directa con la ocurrencia de incendios forestales en Chile central. Esto ocurre a través de la facilitación de la propagación del fuego que en la mayoría de los casos es iniciado por personas. Esta relación está siendo particularmente dramática en Aysén este verano 2019. Adicionalmente se han observado importantes impactos de carácter natural y socioeconómico, entre los cuales destacan los asociados con la salud de las personas y la eficiencia del agro.

     Las proyecciones futuras de calentamiento global de origen antrópico tienen una manifestación relativamente leve en Patagonia en comparación con otras regiones. Sin embargo, es de esperar que en un clima más cálido, tanto la frecuencia como la intensidad de estos eventos aumenten. Esto es válido, en general, para una amplia clase de eventos climáticos extremos, pues cambia la distribución estadística de las temperaturas. Esperamos poder cuantificar este fenómeno próximamente mediante nuestra investigación.

Martín Jacques Coper, PhD en Ciencias Climáticas (UDEC) Investigador colaborador Centro de Investigación CIEP

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